Talento
Yo valoro todos los talentos, mayúsculos y minúsculos, contenidos en las personas. Valoro a todos los talentos e incluso valoro la ausencia de talento y talentos.
Pero, aún valorando el talento y los talentos, para mí están primero la personas y después están los talentos que tengan esas personas, más dormidos o más despiertos.
Valoro más la capacidad de las personas en vivir y convivir en paz que la extensión y la potencia de sus talentos. Y valoro más los valores éticos y morales de las personas que el despliegue y acción de sus talentos.
Más diría, creo que el soporte básico es el soporte de qué somos o cómo somos, como personas. Es el relieve primario o primordial de cada uno de nosotros. Además de esto, somos nosotros con nuestros respectivos talentos, unos dormidos y otros despiertos. Y hablo de talentos en plural porque de la misma forma que existen personas sin ningún talento o predisposición a una determinada actividad, otras presentan un talento específico, muy enfocado en una cuestión. Y otras, son polifacéticas en talentos, donde no solamente encontramos personas con talento expresado en una esfera de actividad sino en varias, como por ejemplo era Leonardo Da Vinci.
Los talentos de las personas. Yo los veo, por dar una definición, en dos grandes clases. Los talentos inducidos y los talentos naturales.
Son talentos inducidos aquellos que son falsos talentos. El médico por ejemplo que es considerado una eminencia, pero que es solamente la fachada eminente, sin talento auténtico. Es posible que ni le guste su profesión, salvo como medio para alcanzar otras metas y otros objetivos.
El talento inducido puede venir asociado con engaño y con autoengaño. Por ejemplo, es el talento inducido de quien es el único de su pueblo que toca la bandurria y se cree un Manuel de Falla, pero la primera vez que sale de su pueblo, descubre que hay cien, quizás mil, que tocan mejor la bandurria y aún con bandurrias mejores que la suya. Solamente si ese talento es natural, esa persona tocará la bandurria. O quizás se dedicará al violín al clarinete, lo cual puede ser una sabia decisión, quizás.
Talentos inducidos son todos aquellos donde al niño le repiten que tú serás esto o aquello y finalmente el niño, ya adulto, destaca en eso o en aquello para lo que supuestamente tenía tanto talento.
Frente a estos talentos inducidos, están los otros talentos naturales, los que se ponen en práctica por el puro afán o placer o autosatisfacción personal, como un algo que ha de realizarse para el equilibrio y el bienestar personal. Yo aquí metería a tantas personas que, si no hubieran tenido un lápiz, un cuaderno, tinta, una pluma, hubieran reventado por dentro: Quitemos a Pío Baroja o a Benito Pérez Galdós o a Miguel de Unamuno, la capacidad de escribir cosas. O quitémosle a Sarasate el violín, quitémosle la música al niño Mozart. Les hemos matado. Revientan por dentro.
Y llegados a este punto ya si puedo decir que, el talento si es talento, sale o revienta.
.
.
.