El nombre de mi pueblo

Me gusta el nombre de mi pueblo, aún incluso que algún malasombra o despistado, transforma Terrinches por Berrinches.

Y, con todos mis respetos hacia los despistes ajenos, en Terrinches no tenemos ningún berrinche, aunque en más de una ocasión he escuchado, creo que sin motivo sólido, que el terrinchoso es fácil a enfadarse y a entrar en controversias. Yo creo que es un tópico que desapareció ya hace muchas décadas.

He escuchado también con bastante frecuencia que el topónimo Terrinches viene de Torreblanca.

Y, asimismo, he visto otras tantas teorías acerca de dónde viene el nombre de mi pueblo, que ya acabo de decir, para mí es un nombre perfecto y el gentilicio de terrinchoso me parece uno de los mejores.

He escuchado también a algún argentino, llamarnos terrincheros. Lo dejo a la libertad de cada cual.
Después de seis meses en el Castillejo del Bonete, que me ayudó a pensar en mi pueblo y en los orígenes de mi pueblo, remontándome cuatro mil años atrás, pensé de dónde podría venir Terrinches.

Pensé en otros topónimos, Vilches, Torres de Montánchez, Torres de Albánchez, siempre un Sánchez, metido de por medio, símbolo de esto es de fulano y aquello otro es de fulano, tan simple o tan sencillo en aquellos tiempos de reconquista frente a los moros.

El terrín o la tierra de Sánchez, es la teoría que pongo sobre la mesa. Ni torresblancas ni torresnegras, tan sencillo como esto es la tierra de Sánchez, apellido navarro, venido del norte, tan característico del Sancho y del hijo de Sancho, tan característico de los omeyas como Abderramán III, tan próximo a las dinastías navarras.

Es solamente un nombre, que continúa porque fueron los cristianos quienes ganaron aquella guerra de moros en España, godos en España, españoles todos pero ganan unos, los otros regresan a sus lugares de origen o donde pueden.

Los nombres no son puestos por los vencidos, sino por los vencedores. Antes pudo llamarse otra cosa, pero los Sanchos fueron los ganadores y campeones de aquella guerra, que los Reyes Católicos acabaron de poner la guinda para abrir los nuevos tiempos de los Imperios y la picaresca española. Es otra historia. Pero la que hablábamos, el terrín o tierra de Sánchez.