Regresar a la normalidad
El 2016 ha sido un año de reestructurar desde años anteriores de crisis. Yo lo veo como el año último de una etapa que define los últimos 25 años, que quizás define a toda una generación.
Una historia sencilla, la historia de un globo o la historia de una burbuja. Felices años 80 y 90. El globo siguió haciéndose más grande, hasta que estalló o reventó. Llegó la crisis, todos habíamos de aprender a vivir sin globo, en el 2016 el gran cambio, los últimos ladrillos de las viejas estructuras.
La realidad de este finales del 2016 se divisa como que la gente vuelve a la normalidad después de unos duros años de crisis.
Y en gran parte, la gente regresa a la normalidad porque quiere hacerlo y pasar la página de todos esos años de crisis cuya explicación igual viene una generación más tarde.
Regresar a la normalidad es, en lo básico, no dejarse arrastrar por las gravísimas preocupaciones, ni por la inquietud de vivir en un mundo frágil, inseguro y caduco.
Regresar a la normalidad es volver a disfrutar de los momentos tranquilos, un café a la puerta de un restaurante, unas sábanas blancas tendiéndose en alguna azotea del sur, un tomarse las cosas de la vida con un poco más de buen humor.