Metas realistas
Me veo muy desordenado para el esfuerzo constante que exige una actividad literaria. Espero mejorar esta parte de mi carácter, que me distraigo demasiado pronto de mis ocupaciones. O quizás soy de fácil distracción porque soy realista y considero la vocación literaria más una problemática que un oficio.
El escritor contemporáneo, yo creo que lo tiene crudo y duro de escribir. Hace unos años, muchas firmas literarias salían del periodismo, que era un oficio medio-bien pagado, en el que trabajaban maestros, historiadores y hasta bachilleres.
El escritor contemporáneo es generalmente un sujeto que tiene que autoeditar sus libros y hacerse su tourné por los puntos de venta. El éxito existe, pero no está para el 100 por 100 de personas que tienen algo escrito, algo que consideran de la suficiente calidad como para ser compartido por un público.
Hoy por hoy, la competencia es brutal, lo cual tiene su parte buena y su parte mala. En lo bueno, se ha popularizado el oficio de escribir y de publicar, gracias al uso masivo de internet y telefonía.
Escribir es fácil y publicar es fácil, gracias a que publicar en internet es prácticamente gratis.
Lo que antes era un oficio de minorías es, ahora, una pasión y un entretenimiento para muchas personas, dentro de la gran biblioteca digital, frágil, tecnológica, donde parece que existimos en las redes sociales y que los posts pueden hacerse centenarios.
Con todos sus defectos, inventos como el teléfono, la televisión e internet, han hecho mucho por la Humanidad, a cambio de dejar a muchas personas enganchadas a la adicción tecnológica.
En mi caso estoy comprometido con sinceros proyectos personales cuya materialización considero clave para sentirme completo o incompleto. Necesito sacar de mí esa parte de mi carácter, el poner en lenguaje escrito unos cientos de páginas de las miles que llevo escribiendo dentro de mí. Me he pedido a mí mismo un conjunto de compromisos que, con toda sinceridad, no sé de su fiabilidad o confianza, poniéndome yo mismo en duda, y dándome al mismo tiempo un voto de confianza.
En realidad es un desafío personal, más que un compromiso, porque sé que mis metas son realistas, pero necesitan una regularidad de tiempo y productividad que hasta ahora solamente estoy consiguiendo a medias.
Pero es también necesario un equilibrio. Se realizan estos compromisos por crecimiento y desarrollo personal, por tanto el equilibrio es algo primordial para la felicidad que pretendo.