Las enseñanzas de Don Juan
Comprender el fenómeno de lo que ocurre en la mente humana, de lo que ocurre en el complejo espacio psicoemocional y espiritual del ser humano, puramente con la visión científica de un antropólogo, se queda corto; necesita de ese sentido trascendente que sí dan todos los movimientos trascendentes; desde el ateísmo, el agnosticismo, el monoteísmo, el politeísmo, cualquier forma de creencia teóricamente irracional que no concuerda con la realidad de la vida; el somos materia y nada más que materia y olvidémonos de mandangas espirituales o de otras chorradas de un mismo estilo; monos y monas somos y monos y monas seremos o seguiremos siendo; desde la perspectiva material, de pedazos de carne, trozos de biología, nuestras vidas son un breve y corto trayecto de existencia y un convertirnos en huesos y comida para los gusanitos o en cenizas.
Los científicos que están a la vanguardia de la investigación en cuál es nuestro potencial inteligente, nos vienen a hablar de nuevas cosas que hacen relación al comportamiento de nuestro cerebro; por estos nuevos descubrimientos están diciéndonos que utilizamos una pequeña parte de nuestra capacidad real; sin embargo no nos dan una explicación de porqué esto se produce; por el contrario, las distintas religiones y también el agnosticismo (la existencia de Dios me es indiferente) o el ateísmo (Dios no existe) sí dan una explicación de porqué esto se produce; la cuestión o la piedra angular es que nadie estamos de acuerdo con nadie; no nos hemos puesto de acuerdo; posiciones y posturas muy divergentes, en abierto conflicto.
A este respecto, me convence más la visión de Carlos Castaneda y el indio de la etnia yaqui, Juan Matus, que recogen su encuentro en el Libro ya citado: Las Enseñanzas de Don Juan.
Castaneda fue un hombre misterioso; ni siquiera se sabe con certeza su muerte. Dice la biografía de este autor que era antropólogo, de origen latino, que residía en EEUU. Durante la realización de su tesis doctoral, que versaba sobre el uso de psicotrópicos en comunidades del noroeste de méxico, en el desierto de sonora, encontróse con un indio de la etnia yaqui, Don Juan, que cambió radicalmente la percepción del mundo y de sí mismo, de Carlos Castaneda.
El libro es un recorrido por las sensaciones y percepciones del autor, en sus encuentros con el indio Juan Matus, de la etnia yaqui; la única etnia que fue capaz de resistir la colonización de los españoles.
Desde mi punto de vista, el libro tiene muchos atractivos, y uno de ellos es la conceptualización de manifestaciones muy difíciles de expresar en palabras; y Castaneda, desde mi punto de vista, consigue una precisión singular, única.
Otro atractivo es la claridad de los conceptos; por ejemplo, Castaneda no habla del aura; no le importa si emitimos una energía que expresa determinados colores según nuestro estado de ánimo; Castaneda profundiza, nos define como huevos luminosos; un concepto radical, nuevo; ser huevos luminosos, huevos de luz.
Castaneda se atreve a explorar y adentrarse en la irracionalidad, de una forma completamente razonable, que no deja indiferente.
Utiliza un universo propio de palabras, de difícil definición: tonal, nagual, primera y segunda atención, acechar, el espíritu del águila, impecabilidad, implacabilidad, huevos lumínicos, el punto de encaje, tensegridad, etcétera. Un verdadero cosmos de palabras que reflejan una realidad interna del ser humano y unas capacidades inexploradas.
Un reto que va más lejos de la pura literatura de un libro que se convirtió en best seller hará unos cuarenta o cincuenta años.