Haciendo hogar
De nuevo en mi pueblo natal, reaprendiendo en la sana vida rural, donde aún cantan los gallos, transitan los vendedores ambulantes que se conocen a todo el pueblo aunque vengan de lejos. La existencia se ralentiza y los paisanos y vecinos viven sin prisa, generosos en afecto y en cariño.
Está siendo intensa y fructífera la experiencia de retorno. El estropajo, la pintura, el albañil, tareas de todos los días que ponen a prueba la capacidad, las ganas de autosuperación y la resistencia de alguien que ha perdido su brazo.
Reencontrarme con la existencia del día a día, transformándola en vida es una prueba atlética. Todo es nuevo y desconocido y todo se resume en echarle ganas y progresar, o estancarse y encharcarse en el “pobrecito de mí que yo no puedo”. En soledad no estaría consiguiéndolo, hubiera firmado derrota o fracaso. Sin embargo, cuando estás en pleno proyecto de convivir, formar y construir pareja y hogar, los hechos diarios toman nueva dimensión y propósito. Existe la concreción real de un porqué vivir y superarse, apostando por nosotros mismos y sintiéndonos con autoafirmación, dejando atrás aquello que nos limita.
Ha transcurrido algo más de medio año desde que salí del hospital. Solamente tengo buenas palabras para describir el desafío de encontrar de nuevo la identidad, en mi persona y en mi cuerpo. No he mostrado bandera blanca y la vida me ha dado muchos y hermosos instantes en este 2017. Acabamos de regresar de un viaje en el cual he tenido el placer de conocer bellos paisajes de la sierra sur de Jaén. La mejor compañía del mundo ha estado y está a mi lado. En este contexto, no veo los caminos que se cerraron por un cáncer y perder un brazo, sino los caminos que se abren, por ejemplo hacer hogar dentro de un rato, plantando macetas en nuestro patio con unos esquejes que han hecho un largo viaje para alegrar los momentos cotidianos
La estancia en Terrinches está siendo activa y silenciosa. Activa porque todos los días traen un quehacer interesante, un propósito, más algunos viajes y otras tantas salidas y escapadas al campo. Sin agobios, se nota el esfuerzo sostenido en habitar y habilitar una casa con dolencias de abandono y olvido. Se notan las manos atentas que hemos ido abriendo nuevos espacios y dándoles nueva vida y nuevos colores. Un hogar con calor y color.
Un punto de parada, Terrinches, adonde tomar fuerzas y ponerse al día.