Un mosaico de detalles
El sueño del amor, ese secreto e íntimo sueño del amor, que viaja dentro de nosotros, dentro de cada ser humano.
Por supuesto, para tener el amor, primero debes tener ese espacio dentro de ti. Es como alguien que te invite a entrar a un desván lleno, hasta el techo, de objetos diversos. Directamente, no entras. No te ha invitado. Sus labios pueden decir lo que digan, pero nadie está invitándote a un espacio lleno de cosas donde no cabe tu persona.
Yo apenas sé nada, del amor, de la vida, de las personas, de las sociedades, del sentido de este vivir que tenemos, yo sé poco, apenas nada.
Sin embargo, sé que la meta se encuentra en saber llegar a viejos, saber envejecer, saber tener una buena muerte. Luego podemos comentarlo, pero ahora es el momento de vivir. Y por tanto de ir sumando años y más momentos y no dejarse la vida por el camino. Principalmente es esto. Luego hablamos de lo que sea, pero principalmente una vida que vivir porque el corazón no late sin latidos.
Y sí, sin saber nada, he ido aprendiendo. Y de este aprendizaje, en mi ejemplo personal, salgo más entero, salgo más yo mismo. Y doy las gracias a Dios.
El sueño del amor. Soy libre de soñar aquello que yo quiero soñar. Pero sea lo que sea que sueñe, importa que me guste. Porque en el fondo la vida se compone de un mosaico de pequeños y cotidianos detalles y si comprendo el valor de los detalles, en algún sentido también comprendo el valor del conjunto del mosaico que forma mi realidad de vida.
Los detalles nos dicen que amemos aquello que hacemos, que amemos aquello que vivimos. Que mejoremos, sí, pero desde el amor, desde la propia percepción del amor. Viendo el amor dentro y viendo el amor fuera. Viendo la integralidad del amor. Y comenzando a soñar y a conservar la realidad del amor para la realidad del día a día, creo que son ya unos primeros buenos pasos para mejorar y dar colores nuevos a la vida…