Despidiendo un nuevo año
Último día de este año. Esta medianoche, campanadas, uvas, despedida y bienvenida. Mañana es Día de Año Nuevo.
Años, meses, semanas, días, horas, minutos, segundos, formas de contar el tiempo. Los años, con 365 días, salvo en los años bisiestos, de 366. Y un año sucede a otro año.
Pero no todas las lecturas de un mismo tiempo se producen con un mismo tiempo. Los chinos tienen su propio calendario, los musulmanes también tienen el suyo propio. Estas campanadas y uvas de fin de año, es nuestra forma pagana, occidental, de celebrar solsticios y equinoccios, tiempos de verano y tiempos de invierno.
Por mucho decorado comercial y globalizador que tienen estas fiestas de navidad y fin de año, indudablemente tienen también el fondo de una especie de vida que celebra los diferentes ciclos y ritmos universales, que hacen que vivamos en verano o en invierno, gracias a algo tan simple como el número de grados que nos inclinamos, en nuestro imaginario eje de rotación, alrededor de la estrella que hemos llamado Sol.
O sea, en algún sentido estamos celebrando un cambio angular de nuestro eje terrestre. Tan simple como la celebración de la llegada de las primeras lluvias, o de las primeras nieves, o de los primeros rayos de sol. Cosas que nos afectan directamente en nuestras vidas, como nos afecta la luz del día y de la noche, el aire invisible que respiramos, la sustancia biológica de la que estamos compuestos.
Años y nuevos años que transcurren por nuestras vidas. Un año sucede al año anterior. El ritmo del tiempo no es una magnitud única. Existe el tiempo que vivimos en el calendario diario y existe el tiempo que nosotros, con nuestro propio ritmo interno, damos también de tiempo al tiempo.
Es decir, a veces, en nuestro tiempo interno, no hemos de vivir sujetos o condicionados a la noción habitual del tiempo, de horas, días, semanas, meses, años. Quizás un ejemplo claro o evidente está en aquellas cosas que realizamos en la vida que están fuera de esa noción del tiempo, que escapan a esa noción habitual del tiempo. Con una magnitud diferente.
Todos los días son iguales, pero no todos los días vienen con esa misma carga temporal. Podemos decir que existen días, que existen instantes que bien pueden valer por toda una existencia.
La vida es un rasgo único. Esto la hace radicalmente diferente. Nadie controla ni sus cosas básicas. No controlamos conscientemente el aire que respiramos, así como tampoco controlamos conscientemente movimientos básicos para la existencia, como los latidos de nuestro corazón, la velocidad e intensidad de la sangre que circula por nuestras venas o arterias o la microelectricidad capaz de despertar las neuronas de nuestro cerebro. Son cosas que escapan a nuestro directo control, pero que nos vienen asociadas, en un mismo pack, con el conjunto de nuestra vida personal.
Hoy celebramos el día último del año, la despedida del año que se va y la bienvenida del año que va llegando. Y numerosas multitudes humanas se congregan y reúnen alrededor de relojes y campanas y gestos simbólicos de despedidas y bienvenidas y reunión. Todos lo celebramos, todos en el conjunto del todos, pero cada cual tenemos nuestras circunstancias personales concretas, individualizadas, en un camino irrepetible y único, para cada uno de nosotros.
Si tuviera que escribir algo para el Tiempo, le daría las gracias, al Tiempo en General y al tiempo particular que compone el tiempo de todos los tiempos. Es como decir que agradezco a la vida en todo su conjunto, todos los segundos de vida que nos da, a todas las especies, a todas las criaturas, incluyéndome a mí mismo, por cada segundo de mi vida, doy gracias al Tiempo.
Gracias, Vida, porque estoy vivo, y con estos buenos deseos expreso que me gustaría seguir estando vivo, igual o más vivo que ahora mismo, por estos siguientes años. Sé que no soy interminable, pero sin dudarlo ni un solo segundo, prefiero vivir diez años de más que el vivir diez años de menos.
Nadie tenemos garantías plenas de lo que duramos ni tampoco de la calidad sustancial o fundamental de nuestras vidas. No somos máquinas. Cada ser individual somos distintos a otro ser individual. Es uno de nuestros rasgos distintivos, no solamente en nuestra especie.
Cuando llegamos a la vida, no nos vivimos la vida del vecino, sino la nuestra propia. De acuerdo con nuestros propios elementos activos o haberes activos o vitales. No somos iguales, no podemos reaccionar de forma igual por completo, frente a un mismo fenómeno. No somos la homogeneidad de mil prendas confeccionadas por un mismo patrón, que da idénticas características en todos los elementos de la prenda, expuesta para su compra y uso, en un escaparate.
Somos, al 100 por 100, cada uno de nosotros, una auténtica obra de arte. Somos de una artesanía total, completa, irrepetible, en todos los rasgos de nuestro ser, todos, el color de los ojos, las secuencias de ADN, respuestas fisiológicas, respuestas de todo tipo, cada persona somos diferente a otra persona, siendo por tanto, todos, sin excepción, únicos.
O sea, somos irrepetibles. Y vivimos en un mundo de grandes y maravillosas oportunidades de vida y, en este escenario vital, desarrollamos nuestro espacio de vida. Y vienen los calendarios, los almanaques, las medidas y magnitudes del tiempo, dividido en años, solsticios, equinoccios, estaciones climáticas. Y así podemos afirmar que la vida transcurre y discurre, apacible, dando tiempo de expresarnos con agradecimiento al año que está despidiéndose, antes de dar la bienvenida al año que, dentro de unas horas, comenzará a funcionar en nuestras vidas.
Agradezco la templanza de mirar la vida y tomarse la vida a tu propio ritmo, saber dosificar tus fuerzas, saber también escoger, en algún sentido, tu estado de ánimo y tus diferenciales entre tus diferentes estados de ánimo. El poder comenzar y poder terminar diciendo que ha sido un año de templanza, es, para mí, una rotunda y verdadera victoria. Templanza, hermosísima palabra, yo la quiero, en mí.
Con serena templanza, sin excesos en la despedida, bienvenido sea el nuevo año, bienvenidas las nuevas oportunidades que traiga consigo el Tiempo.