Las palabras me enamoran

El silencio puede ser muy expresivo pero a mí me pasa una cosa; la riqueza oral me enamora.

Lo más de lo más es cuando descubro a una persona inteligente que usa la riqueza verbal para comunicarse, porque necesita comunicar su mente con el exterior; esto para mí es divino; y es divino porque me ayuda para conocer muchísimo de la vida, de otro ser humano.

Lo normal es que la gente se calla las cosas que lleva por dentro, y sólo habla de las cosas que suceden por fuera.

Admiro la expresión con belleza, inteligencia, y si además encuentro a una persona que gracias a su autoanálisis nos ayuda a todos (o al menos a mí) a mejor conocerme, es una suerte.

Encuentro a una persona así, y reviento si no le digo que me siento contento. Hay conversaciones que tienen un calado y una profundidad que no son nada corriente; vuelvo a lo mismo, es la inteligencia actuando, es como si cada palabras fuera esencia.

En la creatividad literaria, por ejemplo, se nota el amor a las palabras, pero no por enredo de palabras, sino porque las palabras tienen fuerza y despiertan vida. Y esto es una hazaña de los escritores: llegar a una persona desahuciada de la vida y acompañarle en 200 páginas. No apoderarte de esa persona, sino acompañarle, ayudarle a soñar, a que viaje contigo, con las palabras del libro que ya son del autor y son del lector.

Algo se despierta dentro de la persona que lee, algo que le ayuda a sentirse mejor consigo misma, a verse diferente, a levantarse y dejar de sentirse desahuciada porque, mientras pasa página, ha encontrado un hogar en la imaginación e inteligencia del creador.
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