No soy ejemplo para nadie

Creo que la fuerza y el valor del tiempo, me han hecho ir madurando, cambiándome progresivamente por dentro, a veces casi sin darme cuenta, por pura inercia o costumbre de vivir diario.

Es una sensación parecida a la que se puede tener cuando te cambias, integralmente, toda la ropa, pero únicamente una prenda por día. Te despiertas un miércoles, por ejemplo, te miras, te sorprendes porque creías estar en pijama y en realidad estás con un mono de faena, o estás con un traje de noche. En cualquier caso, estuvieras vestido como estuvieras, has dormido como un lirón, estupendamente.

Cuando ahora observo mi propio comportamiento, me digo a mí mismo que no soy ejemplo para nadie, salvo ejemplo para mí. Con esto, me vengo a decir que no soy peor o mejor, o vengo a decir que intento no dormirme en los laureles. Intento no comerme toda la felicidad en un solo día, sino que me tomo el hecho de vivir, creo que con relativa moderación, con la tranquilidad que esto precisa. Intentando enterarme de qué va esto, estar dentro de la movida, participar de todo esto.

Intento tomar la vida con un poco de inteligencia, realidad, responsabilidad. No ser tan mental, tan abstracto, sino ser más humano, más de la tierra que se dice, más terrestre. O sea, gobernarme o entenderme mejor con la realidad.