En una misma dirección

Creo que cada persona tenemos unas necesidades distintas de pareja, de acuerdo con nuestra personalidad. No existe un patrón general, de validez para todo el mundo o todas las personas. Pero cuando dos personas deciden hacer pareja estaría bien que estuvieran conformes en la forma de entender y visualizar el mundo de la pareja, tanto en cómo crecemos dentro de este espacio personal y en cómo nos debilita, qué nos satisface y qué no nos satisface.

En la relación de pareja todas las circunstancias son delicadas, tanto aquellas que parece que estamos viajando en el tren de la felicidad, como aquellas otras que piden una nueva armonía, una nueva reubicación de fuerzas, con objeto de suspender, hacer desaparecer, el sentimiento de frustración, impotencia, estar preso/a de las circunstancias, no ver salidas de futuro, etc.

Vivimos nuestro propio espacio de subjetividad y objetividad, y somos conscientes de las “contradicciones”, y de cómo interactúan estas “contradicciones” con nuestra relación.

Creemos que estamos fundamentando de forma sólida nuestra vida psicoafectiva cuando en absoluto es cierto, si la contradicción sobrepasa a la unidirección. Ahí comienza el desgaste energético, psicoenergético, que acompaña a esas relaciones que están terminando todos los días y nunca dejan de terminarse.

Es evidente que nos separamos cuando no vamos en una misma dirección, y a veces no es una separación física, pero las mentes y el sentimiento viajan por distintas vías. Luego, la perspectiva que deja comprender el haber experimentado una situación, permite también prevenir situaciones incómodas, de conflicto, de riesgo o de poco entendimiento entre la pareja.

El tiempo va dando también una templanza, una sabiduría, que solamente se consigue a fuerza de los intentos erróneos, que pueden incluso salir por los cerros de Úbeda. Todas son cosas que te das cuenta cuando estás dentro de una relación, después de haber vivido, pero que es normal que te equivoques si no las conoces previamente, menos aún si eres un alguien sin experiencia, con la autoestima deteriorada.

Todo lo que sea debilidad personal es facilitar el encuentro de malas historias de relación que nacen con los días contados o con fecha de caducidad, porque toda debilidad personal nos hace “presas vulnerables” para cualquier situación que acabará provocando un grado de conflicto, frustración, cansancio, decepción. Hablo de relaciones donde la voluntad y la mente no son libres de elegir con calma y con libertad.

Aprender y Vivir

Vivir en pareja es aceptar días felices y es aceptar días menos felices. Aceptar tener brillantes ideas como es también aceptar los errores que hemos cometido, bien por nosotros bien influidos por otra persona. Vivir en pareja es aceptar todo, lo malo y lo bueno que lleva la relación, porque entonces vivimos con realismo, vivimos en el aquí, en el ahora, con objetiva realidad.

Pero, ya sea en pareja o solo, aprender y vivir.

Quien no vive, está muerto. Quien no vive, no se equivoca. Quien no vive, no arriesga. Quien no vive, no abre nuevos caminos de superarse a sí mismo.

De esta forma, yo creo que vivir también significa el equivocarse en estos espacios de la psiquis y de la afectividad, que es ir al encuentro del amor o el encontrar la persona que da nombre, identifica, quién amo, quién es mi pareja. Solamente es con el contacto directo, directísimo, con la vida, como podemos seguir aprendiendo, superar nuestras limitaciones y realizar el camino de autorrealización que es, fundamentalmente, el objetivo primordial de esta existencia humana, evolucionar.

Estamos aquí, formando parte de una gran revolución donde nacemos, vivimos, morimos.