Tardes de paseo
Tardes de paseo,
en Jaén que enamora.
Era un cielo de estaño y plata líquida,
abierto en el mineral horizonte de la geografía,
del aire dibujándose por el rocío de la brisa,
del campo y del agua;
diremos que al final de una tarde andaluza,
bañada por un océano de olivos, Jaén me enamora,
muy verde y muy blanca;
ahora que recuerdo, había una iglesia y un castillo,
y yo, a tu lado, con timidez caminaba
por aquel cielo tan alto de cumbres gallardas,
de piedras tan largas, de cumbres tan altas
que mi corazón parecía subir contento y tú…
yo no tengo palabras,
tú ibas muy guapa,
deshojando pétalos y versos con la mirada.
en Jaén que enamora.
Era un cielo de estaño y plata líquida,
abierto en el mineral horizonte de la geografía,
del aire dibujándose por el rocío de la brisa,
del campo y del agua;
diremos que al final de una tarde andaluza,
bañada por un océano de olivos, Jaén me enamora,
muy verde y muy blanca;
ahora que recuerdo, había una iglesia y un castillo,
y yo, a tu lado, con timidez caminaba
por aquel cielo tan alto de cumbres gallardas,
de piedras tan largas, de cumbres tan altas
que mi corazón parecía subir contento y tú…
yo no tengo palabras,
tú ibas muy guapa,
deshojando pétalos y versos con la mirada.