Teoría y práctica del amor
Creo en el amor. Más que creer de una forma retórica, creo de verdad en el amor. Y es por esto que intento no tomarme el amor con ninguna flojedad o a la ligera. Ni demasiado serio porque el amor no es un entierro, pero tampoco a la ligera. Con el debido respeto, pero tuteándonos con confianza.
Del amor, igual que de las grandes cosas de la vida, creemos saber algo, pero es solamente cuando nos damos de lleno con la realidad cuando entonces podemos sentir que comenzamos a comprender. Quiero decir, para alguien que no ha vivido nunca el amor, le resulta inconcebible saber qué es el amor, las formas múltiples que toma el amor. Sabe la teoría, pero en el amor, el 99,9 por ciento es práctica. La teoría sigue detrás de la práctica.
El amor puede ser algo tan simple como un flechazo y un amor a primera vista, pero esto no se consigue cerrando los ojos y soñando e imaginándose que vamos a encontrar a esa persona que, a la primera mirada, ¡ay por Dios que me he quedado enamorado! Eso es muy peliculero y querer hacer de la vida una película, no es real. Sin embargo, fuera del marco del cine y del teatro, la realidad sí nos dice que el amor existe en ese marco tan directo de una mirada, una voz, un quedarse ensimismados en otro ser, como la cosa más normal, sencilla y natural de este mundo.
Hay personas que anhelan y desean vivamente tener ese tipo de emociones, vivencias, sentimientos. Pero no las tienen. Y creen que la culpa es que no se les presenta la persona adecuada cuando en realidad son ellos o ellas mismas quienes viven cerrados a ese mundo. Por miedo, egoísmo, desconfianza, etcétera.
Y bueno, creo que en el núcleo, el amor es un fenómeno maravilloso, que es tan particular y personal como lo es el mundo de dos personas y lo que se vivan en el amplio sentido del amorosamente hablando.
O sea, creo que no hay manuales ni fórmulas infalibles en el amor. Es tan personal como es personal nuestra naturaleza. Pero principalmente es una cuestión de afinidades, compatibilidades, de personalidades o formas de ser.
Y cómo es ese amor, pues como son las personas que lo constituyen. Y de nuevo, cada pareja se vive su propia historia de amor. Podemos ver elementos que parecen repetidos en todas las historias de amor, pero cada una de ellas tiene rasgos que la diferencian, que la hacen única.
O sea, creo en el amor y no creo que enamorarse sea algo efímero, como el mensaje de Mortadelo y Filemón, que acaba siempre con: “este mensaje se autodestruirá en diez segundos”… Lo efímero es cuando se construye sobre confusiones, desproporciones, quimeras. Es como construir una casa con las paredes de papel.
Personalmente, no me gusta tener una visión preconcebida del amor. El amor es un sentimiento primordial, en abstracto, en la teoría, pero se personifica en una persona, un rostro, un cuerpo, una vida humana. Y es a partir de ahí que todo el libro en blanco del amor comienza a llenarse de contenido.
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