Entradas

Mostrando entradas de enero, 2014

Por amor al arte

¿Soy artista?: la pregunta me hace pensar, porque no sé dar una respuesta correcta; tengo que pensarla. Yo no sé qué es el arte. Me explico. No estoy de acuerdo con lo que comúnmente se llama arte en minúsculas o Arte en mayúsculas. Para mí existen tres palabras que son Ciencia, Técnica y Arte; las tres palabras son complementarias. Pero son independientes. Yo no estoy de acuerdo con casi nada del concepto Arte. No soy Anti Arte; sino que no sé qué es eso que se llama Arte; no me gusta, además, el actual concepto de lo que es y no es arte. Ahora si decimos: arte es todo; bueno, vale, entonces sí soy artista. Arte. Qué es para mí Arte. Arte es las manos de la mujer o del hombre que me pinta bisontes en las paredes de las cuevas. Arte es cada piedra que mis manos toman entre las manos, que me emociona, de ver las talladuras tan precisas, de gentes que vivieron hace miles y miles de años; cada trozo de sílex o de cuarcita en mis manos, labrados por

El idealismo

Es falaz, es una mentira querer vendernos el idealismo como algo perverso, fruto de mentes calenturientas, inhábiles, poco adaptadas al prototipo humano de la actualidad. No es así. La palabra idealismo, podemos decir que ya nació contaminada, porque en algún sentido quería oponerse o contraponerse a la pura observación empírica, práctica, de la realidad. El idealismo de pensadores románticos, que oponen la idea a la práctica. Yo no veo oposición de ninguna clase. Idealismo y empirismo van juntos de la mano, pero esto no es común en nuestra especie. Nuestra especie te hace elegir. O cuchara o tenedor. Oiga, no, las dos cosas. No, tiene usted que escoger. O escoge usted que venimos del mono o acepta usted que venimos de Adán y Eva. O acepta usted estar a favor mío o estar en contra mía. Y el mundo cambia. Y cambia muy rápido. Cuando yo iba a la escuela, en España se enseñaba que había dos Castillas, La Vieja y la Nueva. Castilla La Vieja eran Santander, Burgos, Logroño,

Un poco de biografía

Nací en un pueblo manchego, del sureste de Ciudad Real, Terrinches. Mis padres se casaron en Mallorca, donde vivían mis abuelos maternos, pero a los pocos meses, mi abuelo paterno, Domingo García Coba, estaba agonizando de una enfermedad. Mi madre quiso que conociera a su nieto, o sea yo, que iba dentro de mi madre. Y así me hice el viaje intrauterino, en barco y en autobús, de una isla mediterránea a una tierra interior, de olivos y manantiales y caminos entre montañas. Nací en la casa de mi abuelo y mis primeras horas y días fueron escuchar sus canciones de arriero. Le alegré los últimos momentos de la vida y llevo su nombre. Y contento. Los tres o cuatro primeros años, los vivo en Terrinches, en un pueblo de casas blancas, calles de tierra, caños de agua y arroyos donde las mujeres van a lavar, con el jabón que ellas mismas fabricaban. Las sábanas sobre los zarzales, un campo de colores, donde yo iba siempre de la mano de mi madre. Y me quedaba con la copla de todo. El