Castillos de naipes
Está en boca de todo el mundo y sirve como excusa para decir un buen puñado de tonterías. ¡¡La criisiiiss, quee vieenee la criiisiiss!! Esto de la crisis y de ver el mundo a lo grande, es decir, vernos a todos juntos, es un disparate tan absurdo y tan tonto como ver al jefe del mundo que todos los días vigila un gran centro de mando, con muchas computadoras y muchos cables y llegamos al cerebro, una sala enorme, con cientos y cientos de cables de muy distintos colores. ¡Oiga, tiene usted ahí un cablecito suelto! ¡Bah, no importa! ¡Oiga que tiene dos! ¡Oiga que tiene siete! ¡Oiga que tiene mil! El cerebro sigue funcionando. En realidad han puesto a un funcionario a escribir chuletillas, en la puerta, que hace creer que el cerebro sigue activo. Es como si la policía de Kansas pide respuesta a una emergencia nacional y el funcionario de la puerta le responde con una nota sobre el horóscopo del día. La crisis que ahora ha surgido, que parece que se ha hecho la r