Temporada de aceituna
De de la lluvia no pienso hablar. Y no hablaré. Pero me sonrío al escribir estas palabras porque recuerdo a cuatro personas alrededor de un árbol. La pendiente es inclinada, barrizosa, los olivares de mediano a gran tamaño. Unos mantones de 8×15 metros, gelatinosos. Podemos ver también que un hombre (yo mismamente) está clavado, con las botas hundidas en el barro, intentando inútilmente hacer avanzar un mantón, con aceituna. Vemos a otros dos hombres, que están haciendo intento de dejar sus herramientas, para correr a ayudarle. Vemos también a una chica que suelta su vara, para atrapar los pliegues traseros del mantón. Estamos en el paraje que se llama El Charratite, a unos 2 kilómetros, al este de Terrinches. Día de trabajo en un barrizal, fangoso, imposible, que hace que vayas cubierto de barro, de los pies a la cabeza, aceptándolo como un hecho inevitable. La tierra, anegada, cubierta, convertida en un humedal. Temporada de olivar, en El Pardo, en el Campillo, e