El amigo que se fue
Para ti, amigo, que ya te has ido a dormir, tras el viaje de la vida. Uno para cincuenta, edad de porvenir y fortuna, y no te dejaron cumplir. Para ti, guerrero infatigable, alma viajera por infinitos mundos. Para ti, el sol sonreirá y las nubes se alejarán por un horizonte de gloria y vidas felizmente terminadas. El ocaso será mañana un nuevo amanecer para ti. No he ido a tu entierro; no tuve fuerzas, me pudieron las ganas de rezarte una oración, aquí, en silencio, con espacios en blanco, intentando comprender porqué te has ido tan pronto. Perdóname amigo, por esta rebeldía que busca comprender en este irracional sinsentido de tu muerte, que los vivos honramos con dolor y con duelo, en esta imprevisible existencia. Gloria, mucha gloria para ti, amigo, que tu alma y tu espíritu sigan teniendo largo vuelo y encuentres las doradas arenas de la paz, gramos minúsculos de Dios esparcidos por el universo de la vida y de la muerte.