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Yo aún no había nacido

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La última vez que fui feliz ocurrió hace algo más de medio siglo. Yo aún no había nacido. Era solamente una esperanza, un propósito en el futuro, una materia impensada. Hoy se repitió el mismo suceso. Repentinamente, la felicidad entró a mi casa, por la puerta principal. Entró para quedarse o entro yo en ella para quedarme. Quiero ser algo más que un recuerdo en la vida. La felicidad es un nosequé invisible que parece llenar todos los vacíos. Estoy lleno – te dices – pero no sabes de qué sustancia estás lleno. Esto debe ser la felicidad, esa extraña criatura que aparece y desaparece y quisieras retener y no olvidar, guardar en ti como el respirar o latir en la corriente sanguínea de tu cuerpo. Soy feliz, sin saber el qué o el porqué de todo esto, feliz en la plenitud de mis espacios vacíos y de mis puntos en blanco. Feliz por dejar y no dejar de estar suspendido en el columpio infantil de la existencia, sin horario para el juego y el demás mundo de las cosas buenas.

A veces…

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A veces somos olas, pero olas sin recuerdo que, al fenecer en la orilla de la playa apenas existe una memoria para dirigirnos una mirada.  A veces, pero sólo a veces, los corazones se ensanchan cuando sienten la hermosa, inquietante presencia de la libertad total de volar, el valor de resistirse a las mezquindades, la lucha permanente por abrir selva en un mundo cuyo dolor sólo a unos pocos nos alcanza. A veces nacemos hombres que, llevados por un amor excesivo hacia la humanidad que nos toca vivir, no hacemos sino predicar – a veces inútilmente – para esperar mejores sentimientos de nuestros semejantes. Pero hablamos y no somos escuchados, sólo a veces, afortunadamente. A veces sólo contamos con un puñado de ideales y un puñado de pequeñas coherencias que, a duras penas, intentamos llevar a cabo. Pero son nuestras, nos pertenecen. Y ése es el único patrimonio que de verdad podremos llevarnos al instante de la propia muerte. A veces hemos luchado demasiado y con de

Mis metas

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Llegar a viejo. Agotar el tiempo de mi vida, vivirlo, aprender de él y de mí, y marcharme sin amargura, en paz, sabiendo llegada mi hora, sin dolor ni pasiones, sabiendo que apuré los vinos de mis bodegas y las oportunidades que mi tiempo fue dándome a lo largo del trayecto. Saber que, en la temporalidad de los paisajes y las estaciones, viaja la perennidad de la Inteligencia, el recuerdo a todos los instantes muertos, sabiendo que el futuro se cimienta sobre ellos. Encontrar en mi vida, en sus aprendizajes, en sus gentes, la eterna curiosidad del explorador que escribe en sus notas de viaje haber hallado un paraíso para el dolor del Hombre, el dolor de la lucha constante entre animales, tiempos y cosas por hacer avanzar la vida. La vida, nuestro tiempo de existir, a veces se me antoja como un largo sueño del que fuéramos, poco a poco, desperezándonos. Quizá todavía no haya llegado mi mediodía, y lo que yo considero niebla del alma, no sea sino el despertar de alguien

El fenómeno de la vida

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La vida es un fenómeno único, maravilloso, excelente, real, extraordinario. A la par que un proceso complejo, difícil, a veces con pruebas, retos, errores, obstáculos. La vida es maravillosa, hasta en sus mismos orígenes y cimientos. Y el fenómeno vital de vivir la vida, de convivir con la vida, es toda una poderosa y extraordinaria aventura que traspasa la piel y llega hasta los huesos. Es hermoso vivir y es hermosa la vida. Pero cuando llegamos a la práctica real de la vida, encontramos que las criaturas vivas tienen que hacérselo con su individual o particular forma de hacérselo. Miramos la naturaleza y comprobamos, en el reino animal, que todos los días existe la vida que toma nuevo tiempo y la vida que cae en las garras de los depredadores. Y vemos que unas especies son depredadoras de otras especies. Pensamos en nuestro destino como hombres o seres humanos, pero pensemos en nuestro destino, siendo la larva de una mosca, o siendo la conciencia de una flor o de un cone

Creatividad como actitud

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El camino de la creatividad es amplio y es camino cuando es camino. En mi ejemplo, la creatividad es también algo importante en mí, desde que era un niño. Y la creatividad ha ido tomando matices, fondos, detalles, caminos, madurez, que me permite aún más disfrutar de cada instante de creación o de creatividad. Las personas creativas, las personas con capacidad de crear, encuentran representación en muchos pequeños detalles de las vidas cotidianas, que son un fiel reflejo de un comportamiento creador o creativo, innovador. Es una persona creativa quien no pasa cien veces por un mismo bache o agujero y cien veces no hace nada para cubrir el agujero y evitar sus riesgos asociados. Es decir, la creatividad está fundamentalmente en la actitud con la que nos tomamos a nosotros mismos y al conjunto de la vida y nuestra acción y participación en la vida. La creatividad tiene numerosos y diferentes rasgos o rostros o representaciones. Puede ser la creatividad de una pequeña innovación

En términos musicales

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Entiendo la música como algo más amplio incluso que la propia música, casi como una filosofía, vivir con la música, vivir con tu propia música, aquella que te va saliendo del cuerpo, de ti mismo. Si alguna vez, la música consiguió entrar en mi vida, creo que fue, a los 7 años, con una máquina de escribir. Y creo que fue, a partir de los 5 años, con libros y libros, principalmente libros de aventuras, libros juveniles, libros donde la vida es algo donde pasan cosas, suceden hechos fascinantes, mucho más que para poder escribir una novela. Me dejaba atrapar por lo que me contaban aquellos libros, las aventuras de marineros que embarcaban a lejanas tierras, la vida de intrépidos espadachines amigos de sus amigos, el valor de un portador de una carta que no sucumbe ante eso que se llama enemigos y que, con siete u ocho años, no sabes bien a qué o a quiénes se refiere. Sin embargo, la música podemos decir que entra a mi vida en dos momentos posteriores. Uno, con once años. Me lleva

Consciencia de Ser

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Paseo por la calle. En las pequeñas escenas de cada día, me siento afortunado por ser lo que soy y por ser como soy. En las pequeñas escenas cotidianas, se plasma mi realidad personal. Con esa realidad, me siento muy afortunado frente a eso que llamamos Infinito o Dios y que debe estar, además de en toda la invisibilidad del Cosmos, también en el interior de nosotros, en algún lugar recóndito e inédito de nuestras células, albergando una información traducible en impulsos nerviosos y cerebrales. Nuestra propia conciencia y consciencia de ser. Esta mañana, en esas pequeñas escenas cotidianas, decían nada más que un hombre camina por la calle, regresa a casa. Te sientes afortunado porque eres lo que eres y porque eres como eres, ganado a pulso, hecho en la naturalidad, hecho en la belleza y en la salvaje oportunidad de vivir, de hacerlo conscientemente, agradecido de un regalo que va siendo merecido con el propio valor de tu existencia, sin grandes declarativos, en el transcurso de

Escribo en la medianoche

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Escribir en la medianoche tiene esas sustanciales delicias de palabras, literaturas que viajan al ritmo de un teclado, a velocidad de quinientas cincuenta pulsaciones, de la mano de un hombre que, intentando desentrañar las melodías de la vida, se encontró con otros paisajes y otras formas. Quise forjar un escritor a mis dieciséis años. Y hoy escribo correos electrónicos, informes, formularios, plantillas, y algún discurso y arenga. Al cabo, debe ser que, por propia elección, ésta es la vida que quise tener. He luchado por ella –por mi propia vida-, posiblemente como un salvaje; buscando incansable la verdad, sin importarme en lo más mínimo si podría compartirla o no. En cualquier caso, encontrar la verdad era harto suficiente para justificar incluso la soledad, suponiendo que ése fuera el precio solicitado. Consideré que lo más inteligente, como dogma de fe a seguir inquebrantablemente, era encontrar la verdad y seguir sus huellas. Y hacerlo del modo más concienzudo posible,

De lo pequeño a lo grande

La vida es un sonido de gaviota a punto de emprender el vuelo.  Una risa, un amor en la azotea, con el alba dibujándose en el fondo. Y, en el intermedio, en los escasos instantes de recreo, una paloma solitaria picotea en la ventana, de espaldas al sol, sintiendo nuestras risas. Que los llantos, los pequeños llantos de los hombres, fallezcan en la hoguera. Que las risas, las pequeñas risas de los hombres, se agranden hasta el infinito y hagan renacer el nuevo día.  El amor son dos flores, desiguales, diferentes, distintas, que saben hacer crecer una espiga en torno suyo. El amor es un calzo en una mesa cuando ésta cojea, una sonrisa a tiempo y a destiempo. El amor es la bravura de los viejos guerreros conducida mansamente como a un cordero. Amoroso es aquél capacitado para amar.  Amarás en otro lo que amas en ti. Si quieres amar sin causar daño, primero ámate, después ama.  Vivir el amor es vivir la desnudez de ti. Nada encontrarás tan poderoso y tan

Preguntas fundamentales

En el instituto de secundaria, que esto fue por un pueblo en el que pasó sus últimos días Francisco de Quevedo, siglos atrás, yo tenía un profe de filosofía, grande, gordo y fuerte. Y además, hablaba muy bien. Gracias al carisma de este buen amigo (fuimos amigos, además de alumno y profesor) me embobaba con sus clases y con sus teorías del mundo, aunque yo seguía mis propios pasos. Me había liado con el Nietzsche, e intentaba comprender conceptos tan abstractos como el que dio origen al título de una de las obras de ese filósofo alemán: de lo apolíneo a lo dionisíaco. ¿De dónde venimos? La filosofía del profe, Don Alfonso Gil, me ayudó más bien poco, nada. Como un objeto decorativo. Don Alfonso no tenía respuestas para las preguntas fundamentales. En una ocasión, a mis dieciséis años, hago la pregunta fundamental de chico fundamental o fundamentalista.  Alfonso ¿existe Dios? La respuesta fue un encogimiento de hombros.  Existen personas que dicen que sí, y personas que dic